5 Consideraciones al realizar un proyecto de vida personal

5 Consideraciones al realizar un proyecto de vida personal

A medida que crecemos, vamos sumando actividades y metas a nuestras vidas porque adquirimos el impulso suficiente para querer indagar sobre las cosas que nos interesan e inquietan, como por ejemplo, estudiar un idioma, practicar una danza, canto o aprender a ejecutar un instrumento; o simplemente el proyecto de vida personal más tradicional que hacemos tras finalizar la preparatoria, que es estudiar una carrera universitaria, para trabajar y generar conocimientos con las herramientas que allí se obtuvieron. 

Como seres humanos racionales, somos curiosos e imaginativos por naturaleza, por eso, más allá de las aptitudes de cada individuo, todos buscamos hacer lo que más nos gusta, y si es posible, vivir de eso, unificando el deber con el querer para potenciar nuestros objetivos de vida, que tendrán un alcance más alto, en función de nuestras prioridades y expectativas futuras. 

Por tal motivo, si hablamos de un proyecto de vida personal, seguramente incluirá alguno o varios de estos proyectos a corto y mediano plazo a lo largo de la vida. Generalmente planificamos cada proyecto en singular y estimamos el tiempo que nos demandará su realización, pero raramente los integramos todos en un único proyecto de vida, ya que tenemos la costumbre de segmentar la línea temporal de acuerdo a nuestras necesidades del momento.

Sin embargo, es muy importante que más allá de los proyectos particulares que tenga diseñe un proyecto de vida personal que los contenga  a todos, porque le servirá para comprender dónde está parado, cuáles son sus limitaciones, cuáles sus aspiraciones, etc. Establezca el orden de importancia de cada proyecto particular y las actividades para concretarlo. Decida cuándo estudiar una carrera, cuándo casarse y formar una familia (o no), cuidar la salud, formarse en alguna especialidad o desarrollar un talento. 

Tenga en cuenta que realizar un proyecto de vida personal no solo le ayudará a delimitar plazos y objetivos, sino que contribuirá al autoconocimiento, en una suerte de viaje introspectivo. A continuación le mostramos, a modo de sugerencia, algunas consideraciones a la hora de comenzar.  

  • Evalúe su situación actual (física, mental y emocional) 

Puede hacer un relevamiento de las actividades y proyectos particulares que logró hacer hasta el momento y de aquellos que le quedan pendiente para reubicarlo en algún espacio de su proyecto de vida personal. ¿Cómo se encuentra física, mental y emocionalmente con respecto a sus logros y fracasos? ¿Posee las herramientas o competencias necesarias actualmente para afrontar nuevos desafíos o precisa capacitarse?

Quizá este primer paso le lleve más tiempo, no solo porque es el comienzo del proyecto de vida personal elaborado, sino porque deberá someterlo a una estricta reflexión antes de tomar una decisión que definirá su futuro. Por eso es tan importante conocerse a sí mismo: podrá enfocarse en potenciar y aprovechar sus fortalezas, superar sus debilidades, identificar los resultados que desea lograr realizando cada actividad.

  • Establezca metas objetivas, realizables y en un tiempo determinado

Ahora que ya sabe en dónde está situado, el paso siguiente es establecer una serie de metas objetivas que crea posible alcanzar en un determinado plazo. Las metas dependen de las ambiciones de cada uno. Recuerde que mientras más ambiciosas y difíciles de alcanzar sean, más deberá trabajar en ellas en tiempo y esfuerzo. Por consiguiente, sea paciente y no espere resultados inmediatos.

Puede proponerse hacer una carrera universitaria en cinco años o en menos tiempo, pero recuerde que demandará un gran gasto de energía aprobar más materias anuales de las que figuran en los programas de cada año. 

Si ya obtuvo un título, se encuentra trabajando de lo que estudió o similar, y su objetivo es comprarse un auto o una casa, el tiempo que le lleve obtenerlo y la calidad del producto estarán determinados por el presupuesto o inversión que realice, en función del valor que le otorgue a su proyecto.    

  • Organice sus metas y expectativas en orden de prioridad 

Sabe cuáles son sus objetivos y metas, y tiene una idea de cómo alcanzarlos, pero aún le resta organizar cada uno según el orden de prioridad. Inicie con lo más sencillo y termine con lo más difícil de conseguir. Hacer esto le permitirá avanzar más rápido con las actividades que le resulten más fáciles y llevaderas, y lograr antes los resultados deseados.

Por ejemplo, no es lo mismo iniciar un curso o seminario cuya duración ya está determinada, que comenzar una rutina en el gimnasio para bajar de peso o lograr musculatura.  

  • Defina un plan accionable por cada objetivo

Ya conoce sus metas u objetivos, los organizó en orden de importancia. A continuación deberá definir un plan de acción según el nivel de dificultad de cada objetivo. Esto le facilitará cada tarea porque entenderá cómo ejecutarlas.

Supongamos que tiene una carrera, familia y un buen trabajo, pero para acceder a un mejor cargo dentro de su empresa tiene que realizar un curso de idiomas. El plan de acción para lograr aprender el idioma nuevo consistirá en buscar el instituto adecuado para recibir la formación, elegir el nivel de fluidez lingüística deseada y definir los horarios de cursado junto con los horarios de estudio.

  • Ponga en marcha su plan y monitoree sus resultados

Una vez que conoce, ordenó y planificó sus objetivos, comienza la etapa de realización de los mismos. Para esto, siga el plan que diseñó y vaya monitoreando sus resultados, a fin de poder introducir cambios o mejoras durante el proceso. 

La idea de crear esta guía previa a la ejecución de su proyecto de vida personal es con el propósito de que no renuncie a sus proyectos por causa de una contingencia, interna o externa, sino que, en la medida de sus posibilidades, los vaya planificando, previa reflexión, para lograr cumplirlos en el transcurso de su vida. 

De esta forma, con un proyecto de vida personal en marcha, tendrá más oportunidades de autorrealizarse que siguiendo a la deriva sus impulsos, como un barco que navega sin timón.