Aprender a manejar el estrés en los tiempos que corren es una de las consignas fundamentales para alcanzar el bienestar de la salud mental.
En la época actual, vivimos condicionados a causa del estrés acumulado, puesto que este es uno de los factores que más limitan el bienestar de la salud mental de las personas, obstaculizando el óptimo desarrollo de sus actividades diarias.
Además de hacerle frente a una pandemia, a diario nos enfrentamos a diversos desafíos que nos ponen a prueba, tanto en nuestras capacidades intelectuales como en nuestra resistencia emocional.
Aceptar estos desafíos implica que nos propongamos objetivos específicos a cumplir en tiempos cada vez más acotados, los cuales nos obligan a adaptar nuestro ritmo de vida en función de las exigencias que se nos asignan.
Por eso, no es casual que para alcanzar esos objetivos sacrifiquemos tiempo, libertad, descanso e ideas. Sin embargo, cuando se gana en responsabilidades se pierde en tranquilidad, por consiguiente, es muy factible que nos llenemos de frustraciones ante la incertidumbre de no llegar a los plazos requeridos.
Estas frustraciones cuando se repiten en el tiempo originan lo que llamamos estrés. ¿Cómo combatirlo? Vamos a ello.
El estrés es la reacción corporal a un gran desafío o demanda. En pequeñas dosis puede estimular la creatividad y el rendimiento, permitiendo el desarrollo de nuevas habilidades. También, fomenta el instinto de supervivencia porque nos obliga a reaccionar rápido ante el peligro o intervenir en un momento apremiante.
Lo que no es normal es en grandes cantidades a lo largo del tiempo, porque tal presión provoca un desbalance a nivel orgánico que puede dañar la salud física y, sobre todo, mental.
La causa del estrés es cualquier factor que se considere estresante o tensionante, susceptible de alterar de un modo anormal la estabilidad emocional de una persona.
Cuando el estrés se prolonga en el tiempo a pesar de que el factor estresante haya desaparecido, pasa a convertirse en ansiedad, y la misma debe tratarse con un profesional.
Existen diferentes factores estresantes en nuestras vidas que impiden el bienestar de la salud mental. Aquí te compartimos una guía de los principales.
La familia es la primera institución de nuestras vidas. En ella nos formamos y cimentamos lazos, que se suponen duran para toda la vida por el vínculo de sangre. No obstante, hay situaciones fluctuantes que ocurren en las familias, que escapan a la normalidad y pueden generar estrés.
Algunas de estas situaciones pueden residir en las expectativas que tienen los padres con respecto al futuro de los hijos y, a la vez, es estresante para estos cumplirlas cuando sus deseos son diferentes.
Otras situaciones influyentes son las discusiones familiares de cualquier tipo: la que se da entre hermanos, entre padres e hijos y las matrimoniales. De hecho, estas últimas son la principal causa de separación y divorcio, que pueden generar niveles de estrés muy intensos y derivar, en consecuencia, en estados de ansiedad.
En las escuelas y ámbito universitario también se generan situaciones que pueden ser motivo de estrés. Por ejemplo, en los exámenes parciales o integradores, en las exposiciones orales y en los trabajos grupales.
Cada caso representa un desafío que exige demostrar ciertos conocimientos y habilidades para aprobar materias o pasar de curso. Puede ser entendido como un estrés normal, pero en ocasiones este podría, incluso, afectar el rendimiento académico si no se controlan los nervios previos y deteriorar, a largo plazo, el bienestar de la salud mental.
Uno de los mayores generadores de estrés es la codependencia laboral, es decir, la imposibilidad de delegar responsabilidades y, en cambio, asumir nuevos objetivos difíciles de alcanzar. Suele generarse en personas autoexigentes y sumamente competitivas que necesitan tener el control de su alrededor para estar tranquilas.
Generalmente, llegan a la mayoría de los objetivos, aunque no todos, y esto les produce más estrés que repercute en frustraciones continuas.
Otra manera de vulnerar el bienestar de la salud mental fácilmente es a través de las relaciones con los demás, se involucre el afecto o no.
Los vínculos de pareja, las amistades, las relaciones familiares, las relaciones laborales, etc., a menudo provocan situaciones tensionantes o conflictivas (diferencias de criterio, celos profesionales y de pareja, traiciones, envidias, habladurías y resentimientos por distintos motivos) que predisponen el estrés en los receptores más vulnerables.
Otro de los factores que responde a las exigencias del mundo actual y que puede ser causante directo de estrés es el dinero, en especial la carencia de este. Las crisis económicas generan tanta incertidumbre por su incidencia en el futuro que aumenta aún más los niveles de estrés, entorpeciendo el bienestar de la salud mental.
Es casi redundante afirmar que los problemas de salud generan estrés, si consideramos al estrés como una enfermedad en sí misma; sin embargo, aunque tenga efectos a nivel orgánico, puede considerarse como un ida y vuelta: una situación estresante de diversa naturaleza puede suscitar estrés.
Llevado al extremo, a su vez, puede generar consecuencias físicas, como taquicardia, problemas digestivos, dolores musculares, migrañas, etc.
Un estado de estrés prolongado en el tiempo puede resentir un órgano y propiciar una dolencia más específica. La enfermedad que se origine en consecuencia requerirá un tratamiento, pero será necesario bajar los niveles de estrés que indujeron la enfermedad, de lo contrario, se agravará el cuadro clínico.
Está de más decir que si provoca una incidencia negativa en el organismo, también impactará, y más potenciado, sobre el bienestar de la salud mental.
En resumen, las situaciones estresantes en el trabajo, la familia, las amistades, las relaciones amorosas, los problemas financieros y de salud, generan estados de estrés que afectan el bienestar de la salud mental.
A continuación, te compartimos algunos tips que pueden ayudarte a reducirlo.
Evita ir al choque, empatiza con la otredad, comprende sus razones y no juzgues de antemano. Este simple consejo te ayudará en cualquier contexto de relaciones (familia, pareja, amistades, trabajo).
Habla y no te guardes resentimientos, pero transmite tus inquietudes de manera respetuosa, a fin de recibir el mismo respeto. Ahora bien, si los otros son agresivos pese a tus buenas intenciones, es mejor apartarse que seguir alimentando su rencor ciego.
No tiene sentido lamentarse por lo que no puedes lograr a corto plazo. Medita, explora tus habilidades dormidas o potenciales y aprende cosas nuevas. Esto te ayudará a mantener ocupada tu mente en ideas y no en problemas. Los problemas retrasan y enferman, las ideas motivan y te impelen a avanzar.
En definitiva, mirar el “vaso medio lleno” en lugar del “vaso medio vacío” te permitirá aumentar tus expectativas sobre ti mismo y reducir gradualmente tus inseguridades. Entonces, tendrás menos dificultades para resolver problemas, sean estos relacionados con la economía, con las personas o con la salud mental y física.
El objetivo de estas reflexiones fue brindarte sencillas herramientas para aprender a manejar el estrés, a fin de que aproveches al máximo tus capacidades cognoscitivas, generando, de aquí en más, un mayor bienestar de la salud mental.