El ruido es una mezcla de sonidos de varias frecuencias que resulta molesto para cualquier individuo, y que en la actualidad es considerado un contaminante invisible en el mundo, que genera gran preocupación, sobre todo en nuestras vecindades cercanas al área urbana debido al ruido producto del exceso de tránsito vehicular.
El tremendo impacto del tráfico, los bocinazos que emiten los vehículos a todas horas y el uso de reproductores de música a volúmenes altos y de manera constante son parte de esta contaminación sonora e invisible que está irrumpiendo en la vida de las personas y que les está afectando lentamente su salud auditiva, mental y física.
Quizá no nos dimos cuenta, pero hemos estado conviviendo con los ruidos molestos, superando en gran medida los decibeles permitidos para nuestra salud auditiva, mental y física. Lo cierto es que prácticamente no nos afecta porque llegamos a naturalizar el ruido en nuestras vidas. Nos acostumbramos tanto a él que su ausencia llega a incomodarnos de forma incomprensible.
Con el correr de los años, hemos adoptado cada vez más el ruido en nuestra rutina diaria: no solo al transitar por la calle y escuchando música por auriculares a volumen altísimo, sino también con la televisión, los equipos de música, las alarmas y todo sonido devenido en ruido capaz de alterar los nervios.
El ruido permanente puede generar daños severos a las células dentro del oído interno, causando pérdida de la audición por el ruido (noise-induced hearing loss, NIHL). La pérdida de la audición inducida por el ruido puede ser inmediata o puede abarcar mucho tiempo hasta que se haga muy evidente para la propia persona. Puede ser temporal o permanente y puede afectar uno o ambos oídos.
Las señales de alerta ante las primeras evidencias de daño auditivo pueden ser no entender lo que se le dice de manera precisa, no escuchar bien la voz detrás del teléfono en una conversación telefónica, tener que elevar su propia voz para escucharse, entre otras que irán apareciendo y que pueden también dificultar las relaciones sociales.
El sonido se mide en unidades llamadas decibeles o decibelios. Es muy raro que sonidos de 70 decibeles ponderados A (dba) o menos causen pérdida de audición, incluso cuando usted esté expuesto a ellos por mucho tiempo. Sin embargo, exponerse por mucho tiempo o repetidamente a sonidos de 85 dba o más puede causar pérdida de audición, afectando en general la salud auditiva, mental y física.
Entre los problemas que genera el ruido en la salud auditiva, mental y física podemos mencionar los siguientes.
La exposición prolongada a ruidos de alta intensidad puede ocasionar con los años zumbidos continuos o esporádicos dentro del oído que disminuyan la audición progresivamente.
Al principio, pueden ser muy suaves y casi imperceptibles, pero con el tiempo pueden llegar a incrementar su notoriedad y hacerse bastante molestos y persistentes, sobre todo en momentos de silencio donde su presencia puede ser más que perturbadora.
Así como los zumbidos molestos pueden alterar su salud auditiva, mental y física, la progresiva pérdida de la audición en distinto grados también es una consecuencia de la sobreexposición a los ruidos y, de no tratarse adecuadamente a tiempo puede generar daño irreversible, obligando al uso de artefactos de audición.
Todo esto sin contar el perjuicio a nivel de la salud auditiva, mental y física que podría provocar la pérdida constante de la audición, debido al ruido excesivo.
Si la falta de audición o los zumbidos no son un problema aún, la simple existencia del ruido en sí cuando está realizando alguna actividad importante puede restarle un alto porcentaje de concentración, lo cual va a desencadenar que su actividad se retrase invariablemente, perjudicando su rendimiento general.
Cuando el ambiente se encuentra alterado por distintos tipos de ruidos, es muy difícil comunicarse con personas, porque no llegan a entenderse entre sí y pueden llegar a generar lo que se conoce como “teléfono descompuesto”, en donde el mensaje inicial es totalmente tergiversado y malinterpretado.
En esos casos, para no tener que recurrir a los gritos para hacerse oír entre la contaminación de ruidos, lo mejor es buscar un ambiente silencioso. Esto explica por qué las discotecas son lugares muy poco aptos para entablar una conversación fluida.
Así como pasar varias horas frente a una pantalla de monitor o la de su celular genera insomnio y cansancio, la sobrecarga de ruidos en horario nocturno puede provocar la misma alteración o peor a la hora de necesitar disfrutar de un buen descanso.
Una manada de perros alterada, gatos peleando en los techos, sirenas de patrulleros o ambulancia, un choque, música a alto volumen desde una casa vecina son algunos de los ejemplos de ruidos que sin duda van a alterar el sueño, y en el futuro terminará afectando la salud auditiva, mental y física de la personas.
A veces no solo se trata de evitar los ruidos molestos que produce el tráfico, el volumen elevado de la música o las máquinas de ciertas profesiones (el torno de un odontólogo), sino también las voces conjuntas que se perciben como una disonancia desagradable e inarticulada que impide la correcta y efectiva comunicación con el entorno.
Si hablan todos a la vez, nadie puede entenderse realmente. Entonces, para quien quiera expresarse y ser escuchado esa disonancia lo va a disuadir de hacerlo, provocando en este una frustración, depresión, sentimiento de rechazo cuyo primer impulso sea aislarse socialmente.
En consecuencia, surgirá la errada idea de que a nadie le interesa su opinión, por eso, evite estos ambientes insanos y comuníquese con personas que sepan ceder la palabra a los demás. Preservará su salud auditiva, mental y física.
Si en su trabajo está expuesto inevitablemente a toda clase de ruidos molestos, como una máquina funcionando muy cerca de su puesto de trabajo, compañeros que discuten sobre distintas cuestiones en un tono elevado, el ruido del tráfico de la calle filtrándose a través de una oficina con mala acústica, es muy probable que baje su rendimiento laboral.
Esta baja en la productividad puede deberse tanto a la imposibilidad de concentración como a la aparición de una sordera progresiva provocada directamente por el ruido continuo. Puede cambiar esto solicitando a su jefe que le proporcione las condiciones adecuadas para garantizar el rendimiento laboral esperado, así evitará sufrir consecuencias más graves para su salud auditiva, mental y física.
En resumen, los ruidos generados a decibeles muy altos para el oído humano terminarán afectando la salud auditiva, mental y física, por lo que es preciso evitarlos generando las condiciones adecuadas para coexistir en un ambiente sano de contaminación sonora.