Se está hablando bastante en los últimos años de las ventajas de enterrar a los muertos en cementerios ecológicos, no solo por una cuestión de reducir el impacto ambiental generando ambientes más naturales para depositar los restos de nuestros difuntos, sino para resignificar la idea misma de muerte, de modo que provoque menos temor o rechazo.
La tendencia de inhumación de las cenizas es de origen oriental, donde la cremación alcanza el 95% en China y el 100% en Japón. En Inglaterra, el 10% de los sepelios se realiza en estos espacios, mientras que en Estados Unidos, el primero de los panteones ecológicos se habilitó en 1998, en Westminster, Colorado. Actualmente, cada vez son más los parques o reservas naturales que se convierten en cementerios ecológicos por los beneficios que aporta.
Un cementerio ecológico es aquel en el que se practican funerales ambientalmente responsables. Este tipo de cementerios se basan en el precepto atemporal “tierra a la tierra”. Apoyan que el cuerpo de los difuntos debe descomponerse en la tierra de forma natural para contribuir a fertilizar nuevas vidas.
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Los cementerios ecológicos, aunque se conciben como zonas memoriales, están protegidos y los símbolos funerarios son mínimos. En su lugar, se potencian los aspectos paisajísticos y ecológicos, para así garantizar la conservación de la biodiversidad de cada lugar.
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El objetivo de los cementerios verdes o naturales es preservar entornos y ecosistemas naturales, evitando al máximo la intervención humana. Estos cementerios se convierten en una buena forma de garantizar una conservación de los paisajes de nuestro entorno.
Cada vez que se realiza un entierro en un cementerio ecológico, los cuerpos de los difuntos se entierran directamente en la tierra. Generalmente, estos se envuelven en sudarios de fibras naturales, o bien en un ataúd de materiales como el carbón o las fibras vegetales, totalmente biodegradables.
Además, no se colocan losas de hormigón ni de otro material que no sea respetuoso con el medio ambiente. Este tipo de entierros están pensados para que la familia del difunto pueda recordarlo en relación a un entorno natural y no tanto como un lugar de eterno reposo.
El cuerpo humano es 100% biodegradable, por lo tanto, la descomposición de la materia orgánica es el proceso que tiene la naturaleza para reciclar un cuerpo. Si se practicara el embalsamamiento, se estaría contaminando la tierra. Esta es la razón por la cual en los cementerios ecológicos no se permiten los productos conservantes tóxicos en los cuerpos de los difuntos.
Una vez finalizado el entierro y pasado un tiempo, se restaura la superficie de cada tumba con plantas autóctonas. Entonces, el cementerio ecológico se diseña con senderos y bancos para que los familiares puedan recordar a sus difuntos pero siempre conservando el paisaje y reserva natural.
En los cementerios ecológicos no se utilizan monumentos funerarios individuales, sino que se implementa la conmemoración comunal. Los difuntos no necesitan lápidas o monumentos para poder honrarlos y recordarlos cuando ya no están, necesitan del cariño de sus familiares en la memoria emotiva a través de los mejores recuerdos.
La idea del cementerio natural es que la esencia del cuerpo del difunto se incorpora a la fertilidad y los ciclos ecológicos de la tierra, por este motivo, volver a la tierra y a la naturaleza es su mejor monumento y homenaje.
Los cementerios naturales se planifican para hacer un uso óptimo de la tierra y sus recursos. En un cementerio ecológico los elementos de diseño que ocupan el paisaje silvestre son mínimos. Haciéndolo así se consigue que un cementerio ecológico pueda albergar más entierros en una misma área que un cementerio tradicional
El entierro ecológico directo a la tierra con mortaja o urna vegetal es la opción más sostenible, es decir, de menos impacto ambiental. Favorece la conservación de paisajes naturales y mayor disponibilidad de espacio para enterrar difuntos dentro de los mismos. Además, no utiliza componentes tóxicos de embalsamamiento, que producen un efecto perjudicial para el medio ambiente.
Por otro lado, un entierro ecológico, al no utilizar ataúdes de madera ni algún componente contaminante y no sustentable, efectúa un uso natural de la tierra, porque el cuerpo se descompone naturalmente junto con los materiales de la urna biodegradable y todo este desecho orgánico va a desembocar en la tierra, con la que se mezcla y nutre la nueva vida vegetal que habita en estos espacios verdes.
Antiguamente, las personas enterraban a sus seres queridos difuntos en la tierra, sin féretro de por medio, para que los cuerpos se hicieran uno con la naturaleza. Las primeras tumbas se remontan hace 62.000 años, y pertenecían a los neandertales de la cueva Shanidar, en el norte de Irak.
Ahora con la implementación del entierro ecológico, de alguna forma los humanos pagamos esa deuda con la naturaleza al volver a formar parte de ella luego de cumplir el ciclo en esta vida.
Y además de ser más natural es más económico porque no gasta en pompas de esculturas, lápidas trabajadas y otros ornamentos que aportan, más que valor sentimental, valor decorativo o artístico a la circunstancia de un fallecimiento.
En definitiva, el cementerio ecológico es una tendencia en aumento en el mundo por los inagotables beneficios que ofrece a la familia del difunto, porque resignifica los preconceptos sobre la muerte, demostrando que nuestra esencia al final de la vida puede retornar bajo nuevas formas naturales y más puras, en un ambiente propicio para la renovación de todo lo viviente.