El tiempo no se detiene y a medida que transcurre parece acelerarse hacia lo inevitable. Como sabemos, todas las cosas tienen su principio y su final, y la vida no es la excepción. Por eso, aunque se encuentre con una salud óptima ir pensando en hacer un plan de vida para la vejez no es para nada una idea descabellada, sino una tarea necesaria si queremos disfrutar de bienestar en la vejez y dejar ordenada la documentación con respecto a los ingresos, patrimonio y heredades.
Por supuesto que lleva tiempo y esfuerzo diseñar un plan de vida porque lo haríamos bajo una estimación promedio de lo que llegaríamos a vivir, pero la realidad nos demuestra que no podemos determinar con precisión cuánto se extenderá el hilo de la vida, solo intentamos seleccionar aquellas tareas que podemos realizar a corto plazo o que formen parte de una rutina programada, además de organizar nuestros documentos personales a fin de que los familiares más cercanos no carguen, en lo posible, con nuestras deudas.
Una buena manera de comenzar a hacer un plan de vida para la vejez es tomar un bolígrafo y papel para enumerar en forma de listado las tareas que sí o sí está obligado a realizar como dejar los papeles en orden (finanzas, testamento, hipotecas, deudas por créditos, etc.). De ahí en más ya puede tomarse más tiempo para reflexionar sobre qué cambios necesita implementar en su vida y qué hábitos o actividades mantendrá invariable.
Entre los puntos más importantes que debe tener en cuenta a la hora de elaborar un plan de vida para la vejez le sugerimos los que le mostramos a continuación:
Este primer punto, si desea seguir este orden, apunta a planificar la decisión sobre el espacio físico en donde piensa habitar. Defina el lugar, casa, departamento, hospicio, etc., donde le gustaría vivir, acorde a su situación física, mental y emocional.
Como ya le advertimos en un artículo anterior, busque tener su autonomía y trate de depender lo menos posible de sus familiares, y si no es su caso sino de un familiar mayor como su madre o padre, permítales aprovechar su libertad, brindándoles ayuda solo en las tareas que no puedan realizar solos.
Como ya le anticipamos al comienzo de este artículo, no se deje estar con el estado de sus cuentas, finanzas, seguro de vida y testamento. Esta actividad quizá sea la menos interesante de todas las que hará, pero sus familiares se lo agradecerán porque les ahorrará tiempo y preocupaciones en trámites burocráticos de sucesión.
Si el plan de vida pertenece a familiares suyos, tómese el trabajo de preguntarles si tienen al día todos los documentos que necesita, sobre todo las deudas que son las que más reticencias genera revelar a sus descendientes. Asesórelos en lo que no comprendan o puedan hacer solos, o haga lo mismo usted si, llegado el momento, necesita recurrir a su familia para culminar un trámite engorroso.
Un albacea testamentario es una persona encargada por un testador o juez de cumplir la última voluntad del causante y custodiar sus bienes. Cuando esta persona fue nombrada en el testamento, se denomina albacea testamentario, cuando debe hacerse cargo de sus bienes, se lo llama albacea dativo. Puede ser un familiar, amigo, conocido o especialista que tome decisiones cuando usted no pueda hacerlo.
En caso de ausencia de testamento y de orden judicial, se denomina albacea legítimo a todo aquel que tiene la obligación de hacer cumplir la voluntad del testador. Por otro lado, se le dice albacea universal a quien tiene el poder de cumplir íntegramente todas las disposiciones del testamento. En pocas palabras, es una suerte de apoderado que se le adjudica el derecho y poder de administrar los bienes del testador y cumplir con su última voluntad.
Las redes de apoyo familiares son construcciones simbólicas que entretejen los sistemas humanos, con el fin de satisfacer necesidades de diverso orden, entre las cuales se destaca la solidaridad y el apoyo emocional en torno a situaciones o conflictos cotidianos. Esta alternativa es muy útil para cuando precise ayuda inmediata debido a alguna emergencia, sea de salud o siniestro hogareño, y no tenga a nadie de su familia viviendo con usted o cerca para pedir ayuda.
De no tener familiares para crear esta red de apoyo, pruebe formarla con amigos, conocidos o adultos mayores cercanos, a fin de mantener un contacto más estrecho ante cualquier eventualidad, sea suya o de alguien más de la red.
Como ya mencionamos en otro artículo, y que es la base de toda esta pirámide que representa el plan de vida para la vejez, cuide e invierta en su salud, porque un organismo sano puede realizar cualquier actividad que se proponga sin mayores dificultades. Para esto, consulte con su médico de cabecera, quien le propondrá un plan alimenticio que lo mantenga bien nutrido e hidratado, y además le recomendará hacer un mínimo de actividad física diaria.
Recuerde que además de cuidar el cuerpo debe poner atención a sus pensamientos, porque la base de una vida saludable es el equilibrio entre cuerpo y mente, que brindará el bienestar que tanto necesita para enfrentar los desafíos que surgirán en esta nueva etapa.
Hay más tareas que puede realizar para elaborar un buen plan de vida para la vejez, pero esas dependen de cada persona, sus gustos y afinidades. Aquí simplemente nos dedicamos a facilitarle la tarea de inicio, que es la que más cuesta, y a partir de allí usted puede diseñar un plan adaptado, no solo a satisfacer sus necesidades y las de sus familiares más próximos, sino también a cumplir sus metas pospuestas.