Los años transcurren para todos y envejecer es un hecho inevitable y no negociable que debemos considerar desde nuestra juventud si no queremos enfrentarnos a un shock de realidad cuando llegamos a cierta edad y no tenemos la misma energía para hacer actividades que antes nos eran comunes, simples y placenteras. O bien ya nuestra salud, que no es tan resistente, nos comienza a pasar factura.
Ante estas primeras revelaciones, tanto si se trata de usted mismo o de un familiar cercano, es importante empezar a planificar la vejez para lograr una vida más digna, saludable y productiva para no convertirse con los años en una carga para la familia, sobre todo los hijos, que también tienen una vida y responsabilidades propias.
Sin embargo, comprender que está entrando en la transición entre la adultez y la vejez no es un proceso fácil porque requiere una maduración mental extra para aceptar los cambios que integran ese proceso, muchas veces antes de lograr tal aceptación es muy común entrar en depresión, no solo echando de menos la juventud que no volverá, sino vivir la tercera edad como un castigo y no como lo que realmente es: un estadío más de la vida que incluye cambios a los cuales hay que saber adaptarse con inteligencia.
Pero lo cierto es que no todas las personas transitan el cambio que supone la vejez de la misma manera, ya que la diversidad es parte de lo que nos hace humanos únicos. Por ejemplo, hay adultos mayores que tienen buena aceptación de la vejez desde el inicio y su naturaleza es tan independiente que toda su vida se prepararon para planificar la vejez y que esta no lo tomará desprevenidos.
En cambio, hay otros que ya estuvieron condicionados desde la juventud a ser dependientes no bien se enfrentaran a los primeros signos de envejecimiento y se apegan tanto a la idea de que no es responsabilidad de ellos cuidar de sí mismos sino de sus familiares más jóvenes, como al apego emocional en sí que les resta un propósito individual a sus vidas para convertirse en personas vulnerables emocionalmente, cuyo único sentido lo encuentran en obtener la atención de los que lo rodean.
No espere a tener sesenta años o jubilarse para empezar a planificar la vejez. Usted debe entender que no tiene la salud ni la supervivencia compradas, sino que hay que ganárselas a base de esfuerzo y cuidados personales a lo largo de los años de juventud. Sabemos que no es una decisión sencilla cuando no presenta los achaques propios de la edad y en cambio se siente inmortal. Pero no se deje estar con la comodidad de sentirse joven porque cada año es un año menos de vida.
Puede comenzar a partir de los treinta, que es la edad joven en que un adulto generalmente logra autorrealizarse obtener un título, conseguir un trabajo estable, casarse o convivir y tener hijos, etc. Ya los excesos de la adolescencia quedaron atrás y ahora debe hacerse cargo de su vida, y parte de ello es planificar la vejez para que pueda vivirla lo mejor posible.
A continuación le presentamos una serie de fundamentos prácticos por los cuales comprenderá la necesidad de planificar la vejez con tiempo.
Como sostuvimos al principio, planificar la vejez evitará que el proceso traiga consigo más dificultades de lo habitual, y principalmente para no convertirse en una carga para sus familiares más directos. Recuerde que mientras menos se cuide durante la juventud, tendrá una salud más deteriorada durante la ancianidad. En consecuencia, le guste o no necesitará del cuidado externo para prolongar la vida.
Además del cuidado físico, que puede incluir dejar de fumar y beber alcohol, o hacerlo con moderación en este último caso, cuide y preserve su mente de pensamientos tóxicos, como por ejemplo que nadie se preocupa por usted, que se siente inútil o que no es querido por ser mayor.
Si se cuida lo suficiente mientras es joven, lo más probable es que desarrolle un cuerpo saludable por más tiempo. Para lograr esto es fundamental que adopte hábitos alimenticios también saludables y una rutina de ejercicios físicos para mantener el peso bajo control y los niveles de colesterol y estrés bajos.
Asimismo, si comienza con controles periódicos de salud, podrá detectar posibles enfermedades cuando recién se manifiestan en el organismo, generalmente sin síntomas y tratarlas con un alto índice de recuperación.
Incluso si se cuida, usted o sus familiares, no significa que llegará en óptimas condiciones a una edad avanzada. No postergue sus deudas si las tiene y mantenga sus cuentas al día para evitar endeudar a su familia si llegara a ocurrirle algo. Tampoco adquiera créditos muy altos que no esté seguro de poder liquidar en un tiempo prudencial.
Planificar la vejez le ayudará a sentirse menos apegado afectivamente a la familia, porque al ser consciente de sus objetivos, no manifestará la incertidumbre de ignorar qué esperar de la vida. A menudo, la codependencia a las personas es un mecanismo de defensa ante la carencia de un propósito, incluso de actividades recreativas como juntarse con amistades, viajar o practicar un oficio que agregue valor a su vida.
Otra razón importante para planificar la vejez es que obtendrá más oportunidades de dedicarse a los proyectos personales que postergó durante la juventud por dedicarse a su trabajo y la crianza de sus hijos. Cuando estos sean adultos, usted dispondrá de más tiempo para emplearlo como más le guste. Y si tiene buena salud, mucho mejor empleado el tiempo y los recursos para vivir lo más plenamente posible sin depender de nadie.
Ahora bien, si los años pasan y usted o sus familiares más cercanos irremediablemente se hicieron grandes, igual tenga en cuenta estas ideas mientras dispone de tiempo, paciencia y salud para comenzar a planificar la vejez, aunque ya haya entrado en ella.
Envejecer es parte natural de la vida, pero puede elegir cómo vivir el proceso una vez que se decide por planificar la vejez. Mientras antes planifique, mejor, pero si no, puede pedir ayuda a un profesional de la salud o círculo de confianza. Recuerde que una vejez saludable no solo lo beneficia a usted si no a los que más ama, que podrán disfrutar de su compañía por mucho más tiempo.