¿Qué es el duelo emocional y cómo sobrellevarlo?
Tras la pérdida de un ser querido es normal atravesar un estado de tristeza y confusión, que puede comprenderse como duelo emocional. Experimentar este proceso no es fácil, ya que un cúmulo de emociones nos abruman sin que podamos dirigir nuestros pensamientos con claridad y encontrar una explicación coherente a lo que sentimos.
Muchas veces esperamos en vano que el sufrimiento desaparezca al cabo de unos momentos para continuar con nuestra vida, pero resulta que en nuestra vida ya no está más esa persona que solía arrancarnos una sonrisa cuando no estábamos de ánimo. por ese motivo es que no podemos simplemente olvidar lo que sentimos y es preciso transitar con aceptación este duelo emocional.
Cuando hablamos de duelo emocional, nos referimos principalmente al proceso de adaptación que nos permite restablecer el equilibrio interno que ha quedado alterado tras la pérdida de un ser querido. Las consecuencias emocionales están directamente relacionadas con las personas que perdimos y también con el modo en que se produjo la pérdida.
En este sentido, no es lo mismo una circunstancia esperable como una enfermedad terminal, cuyo desenlace inminente permite a los familiares prepararse mental y emocionalmente para despedir al ser querido, que perderlo tras una muerte trágica, como un accidente de impacto o una muerte súbita.
Pese al dolor que nos embarga, el duelo emocional es un proceso necesario, que ayuda a adaptarse a la pérdida, prepara para vivir sin la presencia física del ser querido, y es necesario para conducir adecuadamente el vínculo afectivo de forma compatible con la realidad inmediata.
¿Cuánto tiempo puede durar el duelo emocional?
Su duración es muy variable, pero podemos considerar que los dos primeros años suelen ser los más difíciles. Sin embargo, cada persona es diferente y tiene su propio ritmo, por lo que necesitará un tiempo distinto para adaptarse a su nueva situación. Ya sea que dure más o dure menos tiempo el duelo emocional, lo que es seguro es que siempre se logra superarlo con paciencia y fuerza de voluntad.
Si ha sufrido recientemente la pérdida de un ser querido o teme que le suceda y no se siente preparado para afrontar con entereza el duelo emocional, a continuación le ofrecemos unos consejos prácticos para que pueda transitar este proceso del mejor modo posible.
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Busca el apoyo de familiares y amigos.
Aunque en ocasiones preferimos estar solos ante la pérdida de un ser querido, en momentos de mucha angustia necesitaremos el apoyo de familiares y amigos. También es normal sentirnos confusos y no saber qué es lo que deseamos. Recomendamos que tenga paciencia, olvide o deje atrás la culpa y busque llevar el duelo emocional al ritmo que necesite.
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Intente compartir sus malos momentos con personas diferentes para que ninguna de ellas pueda sentirse desbordada.
Seguramente, durante esos momentos de dolor afrontando el duelo emocional tendrá a su alcance el apoyo incondicional de personas que lo ayuden a mejorar el ánimo y aclarar sus ideas. Trate de que no recaiga todo el peso de sus aflicciones sobre las mismas personas, a fin de no agobiarlos. Alterne familiares, amigos, grupos de apoyo, indistintamente.
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Encuentre pequeños espacios de bienestar.
Recluirse en el dolor no le hará ningún bien si olvida vivir. No se puede uno alimentar de puros recuerdos que no volverán. Es necesario darse permiso en medio de la tristeza para vivir y disfrutar con ello, comprendiendo que la vida es muy corta para dejar pasar el tiempo sufriendo por lo irremediable de la muerte.
Es aconsejable permitirse afrontar como corresponde el duelo emocional, pero a la vez es positivo identificar pequeñas obligaciones con la finalidad de no aislarse y recuperar nuestra vida familiar, social, laboral y personal.
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Evite tomar decisiones importantes de forma precipitada.
En repetidas ocasiones, la emoción es la que intenta controlar una decisión precipitada y no siempre es la acertada y la más beneficiosa para nosotros. Trate, en lo posible, de consultar con personas de confianza cuando le surjan esos impulsos de tomar una decisión, de la cual puede arrepentirse en el futuro.
La mayoría de nuestros actos en esos momentos de angustia son influenciados por la impotencia que sentimos ante la imposibilidad de cambiar el destino.
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Permítase recordar y compartir los buenos y malos momentos cuando lo necesite.
Si bien no es sano vivir solo de recuerdos, olvidando el presente, en ocasiones especiales puede ser de ayuda recordar al ser querido y el afecto que los unía. No hay razón para ocultar el dolor o la alegría cuando comprendemos que la muerte, si bien es irremediable para el mundo físico, es apenas un puente hacia otras formas vivientes.
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No se deshaga de objetos o recuerdos de manera precipitada.
Cuidado con deshacerse de objetos o recuerdos precipitadamente, quizás la impulsividad, rabia o la tristeza nos jueguen una mala pasada. Es bueno guardar cosas como fotografías, cartas, objetos personales, porque le pueden servir de ayuda posteriormente.
Le sugerimos hacer un recorrido de manera gradual por los recuerdos físicos que le resulten dolorosos, pero tampoco quiera exponerse en exceso a un impacto psicológico. Poco a poco lo irá consiguiendo y el sufrimiento irá disminuyendo, conforme el tiempo pasa y se acostumbra a la nueva realidad.
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Intente cuidar de sí mismo.
En momentos posterior a la pérdida de un ser querido es cuando más va a necesitar fortalecer su salud física y mental, ya que una crisis fuerte puede propiciar una baja en las defensas y predisponer la aparición de cualquier enfermedad.
Por eso es fundamental que se cuide a través de la alimentación, el ejercicio físico, el descanso, la reducción de hábitos tóxicos. Busque frecuentar espacios al aire libre y pasear, ya sea solo o acompañado, pero que le ayude a despejar la mente de pensamientos negativos y tristes.
En conclusión, el duelo emocional puede ser muy doloroso y difícil de transitar, pero con paciencia, tiempo, rodearse de afectos y personas de confianza, al igual que aprender a cuidarse y quererse, logrará superarlo con éxito, modificando su perspectiva fatalista de la muerte para vivir con más libertad y con menos miedos.