Muchas veces no se presta la debida atención a pensar en el legado que nos gustaría dejar al mundo cuando abandonemos la existencia física, precisamente porque no solemos pensar en la propia muerte, si podemos evitarlo, a menos que estemos atravesando alguna crisis emocional o una larga enfermedad.
En este sentido, legado y muerte son conceptos que parecen ir de la mano, puesto que el legado es aquello que dejamos al mundo tras nuestra partida, y simplemente, no podemos no dejar algo de lo que fuimos para que la humanidad se entere de lo que hicimos en vida, aunque sea en un alcance limitado. La consigna es que por lo menos nuestro nombre no quede en el olvido.
Pero es posible que no estemos seguros del legado que queremos o podemos dejar y caigamos en la incertidumbre de lo que es nuestra vida actual y no hallemos nada significativo que entregarle al mundo si muriésemos hoy. Es un sentimiento y temor muy común, pero créame que siempre habrá un legado para ofrecer al mundo y, principalmente, a nuestros seres queridos.
Si aún no se tomó un tiempo para reflexionar acerca de qué legado le gustaría dejar al mundo cuando su existencia en la tierra desaparezca, aquí le planteamos una serie de preguntas personales que puede hacerse, con el fin de ayudarle a decidir el legado que finalmente dejará cuando muera.
Quizá lo tenga claro o quizá no, aunque lo más seguro es que no, ya que si no es fácil hablar de la muerte en sí, imagine definirla conceptualmente y entender su significado. Por ello, no intente desde un primer momento encontrar la respuesta en sus propios pensamientos, ya que si bien todos tenemos ideas diferentes sobre la muerte, es recomendable buscar definiciones teóricas para tener un panorama más amplio.
Una vez que leyó diferentes definiciones y se situó en contexto, puede empezar a elaborar sus propio concepto de muerte, teniendo en cuenta su experiencia con la muerte de personas cercanas a usted y los sentimientos que lo embargaron cuando tuvo que despedir a un ser querido. Muchas personas, cuando investigan sobre la muerte, dejan de temerle, precisamente porque el ser humano le teme a lo desconocido, no a lo conocido.
Si bien leer sobre la muerte no significa que sea un experto en la materia, al menos le aporta conocimientos de un tema considerado con frecuencia como tabú. De esta forma, advertirá que la muerte es un concepto ampliable y mutable, ya que no admite un único significado sino una diversidad de posibilidades, según la cultura de donde se la intenta definir.
Por consiguiente, la muerte puede significar, tanto el fin de la vida humana como el principio de una vida astral o intangible. Sobre la base de lo que usted elija como verdad, intentará construir una visión lo más amigable posible acerca de la muerte.
Todos deseamos ser recordados positivamente tras la muerte, pero dentro de lo bueno que esperamos dejar en la memoria de nuestros seres queridos y los que nos han conocido, lo cierto es que debemos tener ciertas expectativas de lo que deseamos legar para que nos recuerden.
Por ejemplo, ¿qué aspectos le gustaría que recordaran de usted? ¿Sus logros profesionales y académicos? ¿Sus valores morales y enseñanzas a las generaciones futuras? ¿Sus principales líneas de pensamiento? Puede anotar cada idea por las que le gustaría ser recordado y sopesarlas, no solo desde su anhelo personal sino desde sus posibilidades, a fin de trabajar en aquellos aspectos realistas que puede mejorar.
Otra cuestión que menos les atrae a las personas es pensar en qué harían si les quedara poco tiempo de vida, ya que implica todo un proceso, primero, de aceptación de la condición física y emocional de la persona que sabe que no va a sanar de su dolencia crónica.
Puede comenzar pensando en lo que desearía de encontrarse en esa difícil situación sin estarlo puntualmente. Puede convenir meditarlo antes que durante, porque nunca se sabe qué nivel de fortaleza física y mental tendremos para tomar decisiones definitivas cuando la muerte se aproxime.
Esto le ayudará a tener una comprensión más sólida de los objetivos que puede proponerse el resto de la vida, para que llegado el momento cúlmine la muerte no lo sorprenda sin haber tenido un propósito en particular.
Piense seriamente con quiénes quisiera pasar sus últimos días de vida y busque la manera más práctica de rodearse de esta gente hasta el final de sus días. Formar buenos lazos desde el principio crea relaciones duraderas y estrechas. Esto le permitirá compartir sus últimos momentos con las personas que realmente sean importantes para usted, así como para ellas usted es importante.
En esa etapa final de la vida, es fundamental poder recibir el afecto de los seres queridos que nos acompañen y nos brinden la contención necesaria para afrontar lo que se viene. Es importante también que las personas con las que elija pasar sus últimos días quieran estar con usted durante ese tránsito, de lo contrario, creará un compromiso forzado en los demás.
En definitiva, cuando se trata de reflexionar sobre qué legado le gustaría dejar cuando muera, hágase estas preguntas y analice si puede entregarle algo de valor al mundo en el presente si de repente muriera hoy.
Si no puede responder esta pregunta, entonces revise su vida actual, sus valores, sus acciones, sus relaciones con los demás, su profesión, etc., y trabaje duro para que al momento de partir de este mundo su nombre sea recordado y su legado permanezca entre las personas que lo quisieron en vida.
No sabemos cuándo ocurrirá el fin inevitable, pero ante todo debemos estar preparados para recibir la muerte como a una vieja amiga y a nuestros seres queridos entregar un legado digno de ser recordado.