En este artículo descubra estas 6 características que quizá no conocía de la sepultura ecológica y qué opciones ofrece dentro del servicio.
En los últimos tiempos, ha cobrado relevancia la sepultura ecológica tras el auge o preferencia de las personas por la cremación. Se trata de un método que ofrece diversos beneficios en cuanto a ahorro de espacio y contaminación, ya que al incinerar el cuerpo y enterrar las cenizas, se reducen las emisiones tóxicas del organismo en descomposición.
La sepultura ecológica es una práctica que consiste en la reducción natural orgánica de un cuerpo muerto que lo convierte en tierra en el lapso de un par de semanas. El método permite acelerar la descomposición del cuerpo para que no permanezca durante años degradándose y contaminando el espacio que lo rodea.
Además, la propuesta ecológica de funeral también incluye plantar un árbol en el espacio donde fueron enterradas las cenizas. De esta forma, los familiares sienten que su ser querido fallecido sigue vivo a través de la forma viviente que es el árbol plantado. Esta y 6 beneficios más de la sepultura ecológica encontraremos a lo largo de este artículo.
La sepultura ecológica conserva los recursos y espacios naturales ya que acelera el proceso de descomposición del cuerpo haciendo que este se reduzca en pocas semanas y se mezcle con la tierra formando abono para nutrir la vida vegetal que se manifieste en el lugar del entierro. Elimina productos químicos peligrosos para el medio ambiente como los que se utilizan en el proceso de embalsamamiento del entierro tradicional.
La acuamación o cremación al agua consiste en reducir los restos del fallecido con agua en lugar de con fuego. El cuerpo es sumergido en un cilindro de metal presurizado, hermético y compuesto de una solución líquida de agua y productos químicos alcalinos que se calienta a una temperatura, que varía entre los 90° y 150° C.
Para realizar este proceso, se utiliza normalmente un componente llamado hidróxido de potasio. A medida que transcurren las horas, la solución produce la rotura de los enlaces químicos haciendo que la materia se desintegre o, más bien, se licúe. Como los huesos son duros, más tarde se los someten a otro procedimiento para reducirlos a polvo. Una vez que ambos procesos concluyen, los restos se depositan en una urna y son entregados a la familia del fallecido.
La descomposición que se produce durante la hidrólisis alcalina es la misma que la del enterramiento. La diferencia es que esta se acelera por el uso de los químicos. El resultado de este proceso es un líquido inocuo sin restos de tejidos ni ADN que se elimina junto con el resto de las aguas residuales. El proceso completo dura entre 3 y 16 horas, dependiendo del sexo y la masa corporal de la persona fallecida, y se lo considera más sostenible que la cremación.
Las urnas biodegradables son una alternativa ecológica para reducir el impacto de la muerte en el medio ambiente. Son contenedores orgánicos para almacenar las cenizas o restos del fallecido, que en poco tiempo se descomponen y formarán parte de la tierra o agua donde fueron depositadas. En este sentido, existen varios tipos de urnas biodegradables.
Todos los componentes de las urnas biodegradables son orgánicos, por lo que van a desintegrarse en un espacio de tiempo reducido para mezclarse con las características físicas del lugar en el que fueron alojadas estas urnas.
Generalmente, se utilizan fibras vegetales, arcilla sin cocer, hojas de palma, corteza de árboles, arena, papel reciclado, etc., para confeccionar las urnas, a fin de acelerar el proceso de retorno a la tierra de las cenizas que quedaron de una persona fallecida.
Si bien parece una práctica reciente, en realidad, ya se realizaba en países anglosajones como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia durante el siglo XIX, como una alternativa sustentable para frenar la superpoblación de cuerpos en los cementerios.
Asimismo, muchas personas comenzaron a simpatizar con la idea de depositar las cenizas en la tierra o sumergirlas en el mar, porque consideraron una alternativa más natural que el entierro tradicional.
Servicios como el proceso de embalsamamiento son costosos, porque implica un trabajo químico con el cuerpo para evitar que se descomponga naturalmente. Por consiguiente, y como ya perdura el cuerpo largo tiempo degradándose en el ataúd, ocupa mucho tiempo y espacio en el cementerio.
En consecuencia, por la estadía promedio que lleva un cuerpo enterrado en la modalidad tradicional, el costo para los familiares del fallecido termina siendo mucho más elevado que optar por una sepultura ecológica, y el impacto para el medio ambiente es notablemente menor.
En pocas palabras, la sepultura ecológica es una alternativa muy conveniente que ofrece diversos beneficios: utiliza urnas biodegradables que se desintegran naturalmente, por lo que se reduce el impacto ambiental; ahorra espacio en los cementerios y tiempo de permanencia de un cuerpo en descomposición; tiene la opción de cremación por agua además de la tradicional por llamas; es menos costosa que el entierro común y puede convertirse en abono para promover la plantación de árboles y bosques, transmitiendo la idea de que se puede crear vida a partir de la muerte.