Conozca en este artículo cómo superar un duelo por muerte de un padre, comprendiendo la muerte de los progenitores como un proceso natural.
La pérdida de uno de los progenitores es uno de los duelos más comunes y eventuales que atraviesa el ser humano en algún momento de su vida. Los padres son quienes nos dan la vida, quienes nos acompañan en el largo y a veces doloroso trayecto de crecimiento hacia la madurez, brindándonos herramientas de sus experiencias para la vida.
Con sus virtudes y defectos, ellos nos educan desde que damos nuestros primeros pasos hasta que alcanzamos cierta autonomía para tomar nuestras propias decisiones. Por tal motivo, cuando uno de los dos nos falta, el sentimiento de protección y seguridad, incluso cuando llegamos a la madurez, se diluye y un vacío difícil de llenar aparece cobrando la forma de nostalgia.
Aunque es parte natural de la vida sufrir la muerte de un padre, internamente, las personas esperan que se retrase ese momento todo lo posible. Pero evidentemente, no podemos controlar eso ni evitar sentir dolor cuando -esperada o no- la muerte se hace presente para llevarse a uno de nuestros padres. La propuesta de este artículo es profundizar en el proceso de cómo superar un duelo por muerte de un padre.
Las personas que experimentan el duelo por muerte de un padre deben enfrentarse a distintos sentimientos que agigantan la sensación de pérdida, como la tristeza, la nostalgia, la culpa, el apego del ser querido, el miedo e incertidumbre por el futuro sin la presencia vital de ese padre.
Cuando el hijo que pierde a un padre es aún niño o adolescente el sentimiento de orfandad es quizá más agudo que cuando es adulto, por el hecho de que se percibe un ser incompleto, ya que su formación o educación quedará inconclusa, aunque reciba apoyo y contención de otros familiares o personas del entorno más cercano.
En esos casos, los tutores a cargo son los responsables de completar la educación, brindándoles protección y los cuidados necesarios hasta que los hijos que atraviesan el duelo alcancen la mayoría de edad y puedan valerse por sí mismos. Puede ser difícil al principio cuando la pérdida es muy reciente, pero con paciencia y afecto lo podrán superar.
<<El duelo infantil. ¿Cómo ayudar a los niños a superar la pérdida?>>
Hay que comprender que los niños y los jóvenes no perciben la muerte de la misma forma que los adultos, sino mucho más lejana e improbable. Por eso cuando finalmente sucede la permanencia en la negación puede ser el factor distintivo con respecto a las personas que viven la pérdida de uno de los padres siendo ya adultos.
Es normal que nos sintamos incapacitados de brindar palabras de aliento efectivas que sean un bálsamo para el alma desgarrada de esa personas, pero ante la duda de qué decir y qué no, es preferible evitar mencionar algunos cliché y lugares comunes de mal gusto que hacen más mal que bien en las personas que sufren un duelo. A continuación, enumeramos las peores frases de duelo.
Es habitual que ante la presencia de una persona cercana que ha sufrido la pérdida de un ser querido busquemos transmitirle muchas veces lo que nosotros mismos sentimos por esa muerte, en lugar de entender cómo se está sintiendo la otra persona. En pleno dolor por la pérdida, el doliente no tiene ningún interés en saber lo que sentimos, ya que todas sus energías están concentradas en su propio pesar.
Si siente dolor por la pérdida que está sufriendo la otra persona o le recuerda una pérdida cercana, ahórrese los comentarios egocéntricos porque no le caerán bien. Puede suponer que no le importa su dolor y lo está usando para recordar su propia pérdida.
Saludar dando el pésame y en el acto enganchar un cliché como “al menos tuvo una vida feliz” o “al menos no sufrió” son comentarios que no suman, y que en cambio pueden disgustar al interlocutor que no ve nada positivo en la muerte de su ser querido, mucho menos cuando la pérdida es tan reciente. A veces, si no se sabe qué decir, es mejor guardar silencio, acompañar con un abrazo o llevarle algo de comer.
Uno de los errores más graves de las personas que van a dar sus condolencias a un ser querido que perdió a un familiar es imponerle sus creencias religiosas a través de frases prejuiciosas o sentenciosas sobre la voluntad de Dios sobre esa vida que se fue.
Si no está seguro de si su interlocutor profesa la misma fe que usted, es preferible guardarse uno de esos comentarios en momentos tan sensibles, porque no es muy probable que la otra persona supere su duelo abruptamente si le dicen que la persona fallecida “ahora está en un lugar mejor” o que se trata de un “plan de Dios” para esa persona. Lo más probable es que le resulten ofensivas sus palabras.
El doliente tendrá sus propios sentimientos sobre la pérdida de un ser querido, por lo que no necesita que otras personas le digan cómo sentirse. Durante esos momentos, la persona será más vulnerable que nunca ante las palabras de los demás. Por este motivo, no exprese frases como “ten fortaleza”, “no llores”, “deja de pensar en cosas tristes”, entre otras. En su lugar, deje que sienta lo que le nazcan de sus emociones, así sean manifestaciones de llanto o letargo.
Solo intervenga cuando note que el estado de angustia se prolonga demasiado en el tiempo y la persona no da señales de mejoría o intenciones de superar el duelo por sí misma. Entonces, puede sugerir la ayuda de un especialista en terapia de duelo.
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Para las personas que están transitando por el duelo por la pérdida de un padre, es recomendable pedir ayuda a amistades, familiares y profesionales. Apoyarse en los que le rodean, aceptando los errores que puedan cometer para darle consuelo le permitirá obtener una mirada diferente del propio dolor.
Asimismo, puede compartir la tristeza con personas externas que no se encuentran relacionadas, como compañeros de trabajo de la persona fallecida, amistades y vecinos. Escribir y comentar anécdotas de la persona fallecida también puede ayudarle a cerrar ese ciclo y sentir que no se cortó el vínculo pese a la ausencia.
Dedique su tiempo libre para recordar los buenos momentos que pasó con el ser querido y atesore aquellos objetos que eran valiosos para él. Evite venderlos o empeñarlos, a menos que su situación económica lo amerite.
Antes de concluir con este artículo, pensamos que sería un momento propicio para incluir unas frases para recordar a un padre fallecido.
En conclusión, quizá no exista una única manera cómo superar un duelo por la muerte de un padre, pero dentro de las alternativas que propusimos para sobrellevarlo de la mejor manera posible, solo no reprima sus sentimientos y permítase un tiempo para sanar la pérdida. Ninguna muerte es fácil de afrontar y menos la de un padre, pero con el apoyo de la familia y las amistades más incondicionales podrá salir adelante, recordando la vida que tuvieron juntos.