En este artículo, trataremos aspectos clave del proceso de duelo, como las 5 etapas de Kubler-Ross y cómo apoyar a las personas que lo atraviesan.
El proceso de duelo es el trayecto psicológico que atraviesa una persona tras la pérdida de un ser querido. La duración del mismo va a depender de una serie de factores internos, como la personalidad, el vínculo con la persona fallecida, y factores externos, y otros externos, como las circunstancias de la muerte en sí. Estas implicaciones serán determinantes clave en el progreso de sanación emocional de cada individuo.
Son 5 las etapas del duelo por fallecimiento: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. La negación descree de que se haya dado la muerte. La ira comprende finalmente la pérdida, y por lo mismo, manifiesta impotencia por no haber podido evitarlo, echándose la culpa a sí mismo o a los demás.
La negociación es un atisbo de esperanza de poder remediar el desenlace. En la depresión la persona asume la pérdida del ser querido y como resultado de esa aceptación deviene una profunda tristeza, que solo se mitiga gradualmente con el paso del tiempo cuando se logra comprender la realidad aceptando la ausencia física definitiva.
Por otro lado, el duelo en la adultez se manifiesta, la mayoría de las veces con algunas sensaciones de malestar físico y también psicológicas, relacionadas con la tristeza, apatía, desgano y aislamiento. En los niños el duelo se vive de forma variable, ya que no todos responden a los mismos patrones. Algunos son más propensos a expresar emociones de enojo, otros en cambio se aíslan, mientras que un porcentaje no manifestará ningún tipo de reacción.
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El proceso de duelo no resulta fácil de transitar para ninguna persona que pierde a un ser querido. Sin embargo, existen formas de ayudar a mitigar sus efectos. A continuación, compartimos 10 maneras de sobrellevar la angustia por el duelo.
Es importante que, frente al dolor de una persona cercana que perdió a un ser querido, demuestre empatía comprendiendo el duro desafío que significa transitar el proceso de duelo, puesto que todos pasaremos por la misma situación en algún momento de nuestras vidas y nos gustaría que las personas a nuestro alrededor supieran contenernos con afecto y paciencia.
Tras la muerte de un ser querido, es normal que los dolientes no se sientan con ánimo de realizar ninguna actividad que implique desconectarse del objeto de su dolor, no solo porque representa un esfuerzo integral de la persona, sino porque siente que volver a la rutina implica restar importancia a la pérdida sufrida.
Frente a esta realidad, la mejor ayuda que puede ofrecer es, sin obligar, estimular a la persona para que retorne gradualmente a la vida cotidiana. Si bien las empresas suelen conceder unos días de receso laboral correspondiente por muerte de un familiar, es evidente que nunca será suficiente un par de días para sanar el alma del dolor, y que seguramente el doliente elabore su proceso de duelo en un tiempo mucho más prolongado.
Necesitará de todo su apoyo para levantarse anímicamente y retomar las actividades habituales sin que la falta de concentración le haga cometer errores. Por eso es fundamental, además de brindar la contención emocional que necesita, ayudar en pequeñas contribuciones que hagan su trabajo más liviano y ameno. Por ejemplo, proponer ideas, aconsejarle sobre alguna situación particular, recomendarle música relajante, etc.
Este punto se relaciona con el anterior. Habrá momentos en que la persona que atraviesa el proceso de duelo tienda a descuidarse en su aspecto personal. No la reprima, es normal que la depresión le impida tener ganas de arreglarse o incluso higienizarse diariamente.
Si convive con esta persona, ahorre su trabajo de arreglo personal proveyéndole de ropa siempre limpia y planchada, y asegúrese de que tenga todo lo que necesita para una ducha confortable y desestresante. Luego, puede comprarle ropa nueva o incentivar la renovación de su vestuario. Procure decir palabras halagadoras sobre su aspecto para fortalecer su confianza y autoestima.
Aunque muchas personas se amparen en las creencias religiosas y metafísicas para sobrellevar los peores momentos de sus vidas, no todas sentirán la necesidad de encontrar explicaciones no racionales para darle sentido a la pérdida. Para esas personas que nunca fueron muy religiosas o directamente no son creyentes, quizá sea recomendable no hablarles de un “más allá”, cielo o paraíso, porque podrían molestarse con justificaciones sobrenaturales sobre lo que no pueden ver ni sentir.
En su lugar, busque comprender las tradiciones tanto de los fallecidos como de los familiares involucrados y permita que ellos elaboren el proceso de duelo de la manera que sientan conveniente y segura para su salud mental. Solo si viene por iniciativa de ellos la búsqueda religiosa incluya esos tópicos dentro de sus pláticas habituales.
Probablemente no sepa cómo contener a la persona que está sufriendo por la pérdida si la pena es muy aguda, por lo que es totalmente válido que solo decida acompañar en el proceso de duelo sin más participación que la de estar presente y escuchar a la otra persona. Al principio, es posible que sienta que no puede ayudar, pero con el tiempo verá que su presencia es crucial para sobrellevar de la mejor manera su aflicción.
Como afirmamos en el punto anterior, su sola presencia permitirá al doliente afrontar el duelo por la pérdida. No es necesario que hable demasiado. Ni siquiera es necesario que hable. Escuche activamente y desarrolle su empatía brindando su tiempo y afecto para sostenerlo en los momentos difíciles.
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En ocasiones, es posible que las personas afectadas por el proceso de duelo emitan señales implícitas de las emociones que van sintiendo frente a la cruda realidad que están sintiendo tras la pérdida. Esas señales pueden manifestarse en forma de malestares físicos o estados emocionales desbordantes propios de las etapas de duelo que van atravesando. Por eso es importante que las conozca para saber cómo actuar en cada caso.
Si percibe enojo en la persona, no insista en calmarlo, mantenga silencio sin alejarse completamente. Si lo que ve es melancolía y dolor, acérquese brindando su apoyo incondicional y contención. Si la persona está negada a entender lo que ha pasado, no lo confronte con palabras, solo contenga el cúmulo de emociones con su presencia cercana. Tarde o temprano asumirá la realidad.
Si la persona en proceso de duelo tiene hijos y estos perdieron a un padre, madre o hermano, no los descuide. Ocúpese de comprender sus necesidades inmediatas procurando satisfacerlas y ofrecerles cuidados o contención.
Al momento de enterarse sobre el fallecimiento de alguien cercano, puede ser una buena idea redactar una nota personal a sus familiares con el objetivo de ofrecerle sus condolencias por lo sucedido, además de cualquier tipo de asistencia o consuelo cuando necesite desahogar sus emociones más intensas. Manténgase presente y cerca de la persona.
En este artículo le compartimos algunas frases de condolencias para personas que sufrieron una pérdida.
Por último, si percibe que la persona en proceso de duelo no puede lidiar con su pena, una buena medida es recomendarle grupos de apoyo para personas que perdieron a un ser querido. En esos grupos encontrará a gente especializada en terapias psicológicas y tanatología para tratar y superar los posibles traumas emocionales tras la ausencia.
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En síntesis, si bien el proceso de duelo tiene una duración incierta para las personas, se puede minimizar la intensidad de las emociones si buscamos el apoyo de nuestros seres queridos más cercanos. Nadie es una isla, por lo que estamos en el mundo para ayudar y ser ayudados para que nuestro paso por la vida sea una experiencia productiva.